domingo, 8 de febrero de 2015

De Gauchos y Rebenques M/F Krenee31


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De Gauchos y Rebenques

Escrito por: Krenee

 

 

 

 

 

 

En el club de nuestros amigos argentinos, se está llevando un duro debate entre spankees y spankers sobre si la abolición del rebenque o no.

 

Este es mi pequeño homenaje al rebenque y a mis amigos argentinos, de todo corazón

 

 

 

Zoilo era lo que se dice un verdadero gaucho. Moreno, alto y atlético, con los ojos verdes, fornido y la piel curtida por el aire y el sol, rondaba la cincuentena. Hombre serio, honrado, de pocas palabras, rudo pero tierno, amante de la libertad y de la naturaleza, se había criado en una rica hacienda, en la que trabajaban sus padres. Se había criado con el hijo de los propietarios de la hacienda: Don Guillermo, al que todos llamaban Willy. Siempre habían estado juntos y entre ellos existían lazos más hondos que los de hermandad.

 

Boy vivía en la hacienda y se ocupaba de los asuntos de Willy, pero lo que más le gustaba era cabalgar.

 

Willy era un gran amante de los caballos y una de las actividades de la hacienda era precisamente la cría caballar, e incluso la doma y entrenamiento de campeones. No pocos títulos y copas hípicas se habían conseguido con caballos de aquella hacienda.

 

Karen era española. Hija de un rico noble, que había enviudado cuando ella apenas contaba 11 años de edad, y se había preocupado de que fuera muy feliz y tuviera de todo y en abundancia, sin darse cuenta de que tanto mimo y tanta sobreprotección, habían hecho de ella una niña excesivamente mimada e insoportable. Era pequeña de estatura, muy delgada pero bien proporcionada, ojos verdes, piel excesivamente blanca, y una larga melena lisa y rubia que peinaba de las más diversas maneras. Edad indeterminada, que podría situarse en cualquier escalón de la treintena. Karen vivía la vida deprisa. Nunca reparaba en gastos para dar rienda suelta a todos sus caprichos. Estaba muy acostumbrada a tener a todo el mundo a sus pies. Era tremendamente orgullosa, pero era sensible y tenía buen corazón. Acostumbrada como estaba a que sus deseos fuesen órdenes, llevaba a todo el mundo de cabeza, y a su padre mucho más, que, a solas en su despacho y mirando la foto de su difunta mujer, le preguntaba con lágrimas en los ojos... ¿Qué hice mal ? He criado un monstruo....

 

Aquél día, el padre de Karen la llamó a su despacho. Karen no estaba acostumbrada a que su padre la llamara al despacho, pero sabía que algo malo ocurriría.

 

Karen había tenido un accidente gravísimo con el coche en el que estuvo a punto de morir y matar a los ocupantes del coche con el que colisionó por conducir borracha. Su padre había conseguido librarla de la cárcel, pero le habían retirado el permiso de conducir por dos años.

 

Ella pasó al despacho. Sabía que su padre estaba enfadado, pero también sabía que cuando él intentaba reñirla, ella le hacía unas cuantas carantoñas y todo arreglado..

 

Sin embargo, esta vez fue diferente.

 

Su padre le comunicó que la iba a enviar a Argentina, a la hacienda de su tío Willy, durante una temporada larga para que reflexionara sobre su conducta y entrara en razón.

 

Karen se negó alegando que ya era mayor de edad y que no la podía obligar. No quería ir a la hacienda de tío Willy. Karen no conocía Argentina pero sabía que tío Willy vivía en el campo, y a ella el campo no le gustaba. No había tiendas, no había discotecas, no había macroconciertos, y además estaban sus amigos y ese chico tan mono (el hijo del notario) que le hacía "tilín".

 

El padre de Karen fue firme por primera vez en su vida:

 

-"O te vas a casa de tío Willy o no te libro de la cárcel. Elige".

 

 

Karen no se acostumbraba a la tranquilidad de la hacienda de tio Willy.

 

Tan acostumbrada como estaba a su loca vida de capital, el campo le ponía de mal humor.

 

Tío Willy era buena persona y se esforzaba por que ella estuviese lo mejor posible allí, y por que se encontrase a gusto. Pero Karen no se daba cuenta de los esfuerzos que tío Willy hacía por ella y no los valoraba como nunca había valorado los esfuerzos que por ella había hecho su padre.

 

Ella estaba contra todo el mundo y se mostraba huraña todo el tiempo.

 

Afortunadamente tío Willy tenía caballos, y Karen era una buena amazona. De adolescente había ganado algunas copas en hípica, en saltos sobre todo.

 

Pasaba la mayor parte del tiempo subiendo a caballo y paseando por ese maravilloso campo que ella odiaba.

 

 

Tío Willy estaba preocupado. Comprendía que los primeros días, la chica estuviese a disgusto porque ir allí había supuesto un castigo para ella, pero tenía la esperanza de que se amoldaría en poco tiempo. Sin embargo llevaba casi un mes y veía que no se centraba , que permanecía huraña, de mal humor, y apenas cruzaba alguna palabra con él pese a sus esfuerzos por ser amable y darle conversación.

 

Willy comentaba todo eso con Boy, su confidente y mejor amigo.

 

Ambos estaban de acuerdo en que ella era una buena chica, pero que su padre se había equivocado en su educación.

 

 

La depresión de Karen llegaba ya a límites preocupantes. Había adelgazado muchísimo porque se negaba a comer, y su humor era horrible. No se le podía ni saludar y trataba a todo el mundo de forma despótica sin motivo.

 

Tío Willy sinceramente preocupado por ella intentó mantener una conversación aunque ella no quisiera ni oírle. Se puso serio, le sujetó las muñecas y le dijo:

 

-"Jovencita, me vas a escuchar"

 

Karen se volvió loca, se soltó de las muñecas de tío Willy y empezó a gritar incongruencias e insultos contra él y contra su padre acusándolos de tenerla secuestrada y muchas barbaridades más. Empezó a dar patadas a todo lo que encontraba a su paso y a romper jarrones y los objetos de decoración más bellos y queridos que el tío Willy tenía en su salón.

 

Salió apresuradamente de la casa, se dirigió a las caballerizas y tomó el mejor caballo del establo. Un pura sangre de un año de edad con el que había congeniado, y que era, el único amigo que ella tenía en aquella hacienda.

 

Salió al galope sin rumbo fijo.

 

Zoilo entró en la casa y vio el destrozo y a tío Willy llorando su impotencia.

 

- "Me rindo Zoilo". La quiero mucho pero es insoportable. Voy a telefonear a su padre para que se la lleve de aquí.

 

-"Espera Willy por favor" - dijo Zoilo "¿Me das una oportunidad?"

 

Zoilo salió de la casa, montó sobre su caballo y fue tras la chica.

 

Cuando Karen vio que tenía a Zoilo pisándole los talones, apretó bien las rodillas sobre su silla de montar, levantó un poco el cuerpo para que su peso recayera sobre sus rodillas y no sobre la silla, acortó la rienda y espoleó ligeramente al caballo, que fue alargando el galope hasta convertirse en galope tendido y una feroz carrera.

 

-"Monta bien la niña", pensaba Zoilo.

 

La feroz carrera entre ellos había empezado a través de la Pampa.

 

Karen intentaba huir y despistar a Zoilo, pero él le pisaba los talones y acortaba las distancias.

 

Se metió por un camino secundario esperando encontrar una senda o algo parecido para despistar al gaucho, pero se encontró con un tremendo obstáculo frente a ella.

 

Acorralada, intentó saltarlo.

 

Era demasiado alto para saltarlo, incluso para una campeona en saltos como ella, y para un excelente pura sangre como el que llevaba. Sin embargo, ella no pensó en el peligro, sólo quería huir. Espoleó más al pura sangre, apretó aún más las rodillas y lo dirigió hacia el obstáculo para realizar el salto de su vida... Pero el obstáculo era demasiado alto y el caballo no lo saltó, cayendo ambos, caballo y amazona al suelo.

 

Zoilo se acercó a galope y bajó del caballo. Vio que ella estaba bien ya que se había puesto en pie sola sin ayuda, y se dirigió al pura sangre que hacía grandes esfuerzos por levantarse.

 

Karen aterrada por la situación echó a correr aprovechando que Zoilo estaba atendiendo al caballo.

 

Por suerte el pura sangre estaba bien. No se había roto ninguna pata.

 

Zoilo montó sobre su caballo y tomó el lazo de su silla. Lo volteó en el aire haciendo una gran lazada y atrapó a la chica como si fuese una res. Sujetó bien el lazo, y al pasar junto a ella con su caballo, de un movimiento de su fuerte brazo, la sujetó por la cintura y la subió a la grupa. Atada por el lazo y tendida boca abajo sobre la grupa del caballo, Karen estaba indefensa.

 

Zoilo, muy enfadado, comenzó a propinarle severos azotes con su mano abierta sobre las nalgas enfundadas en los jeans, mientras que con la otra mano dirigía al caballo hacia el lugar del accidente, en donde aún se encontraba el pura sangre que ya se había puesto de pié.

 

Karen gritaba

 

-"¡Para!, ¡estate quieto! ¿qué haces?????

 

Zoilo no decía nada. No escuchaba a la chica. Su mano seguía propinando azotes fuertes, sonoros y acompasados en las pequeñas nalgas que tenía delante.

 

Llegaron al lugar del accidente y Zoilo paró su caballo, pero no dejó su tarea.

 

Karen ya no gritaba.. Sólo lloraba. Le dolía, le dolía físicamente, le dolía en su amor propio, le dolía en su orgullo.

 

-"!Para por favor Zoilo, no lo volveré a hacer más"

 

-"Vaya! Al fin una frase de humildad!.."

 

Pero Zoilo no paraba.

 

-"Eres una niña mal criada. No te das cuenta del daño que has hecho a tu padre, que se ha sacrificado por ti siempre. Te ha dado toda su vida, te lo ha dado todo, y tú sólo le has sabido dar disgustos por tu mala cabeza. No te das cuenta del daño que le has hecho a tu tío Willy que te recibió con los brazos abiertos sin tener ninguna obligación para contigo, y lo único que ha conseguido es tu desprecio, y que le rompieras e hicieras añicos sus mejores recuerdos. Has estado a punto de matarte y de matar incluso a tu mejor amigo, el caballo que por obedecerte casi da la vida por ti..

 

"Eres una inconsciente, una caprichosa, una niña mimada demasiado egoísta y demasiado pendiente de su ombligo, como para tener en cuenta los sentimientos de los demás"

 

Karen escuchaba las palabras de Zoilo y sentía su fuerte mano azotar sus nalgas sobre sus jeans. Se daba cuenta de que Zoilo tenía razón y que ella nunca se había parado a pensar en esas cosas. Cada azote que recibía le hacía ver lo egoísta, lo estúpida que había sido durante toda su vida.

 

Lloraba, y ahora lloraba no sólo por el dolor físico de los azotes, sino por el dolor moral de verse a sí misma como un monstruo que había causado tanto daño a su alrededor.

 

Zoilo de pronto paró.

 

Karen suspiró.

 

Lloraba como una niña pequeña.

 

Zoilo bajó del caballo y tomándola en sus brazos la hizo bajar.

 

No la desató

 

Zoilo tomó asiento sobre una gran piedra. Desabrochó el botón metálico de los jeans de ella..

 

Karen aterrada dijo:

 

-"¿Qué vas a hacer?"

 

Pero Zoilo era hombre de pocas palabras.

 

Bajó los jeans y las braguitas de la chica, y de un tirón la tumbó sobre sus rodillas.

 

Tomó el rebenque que llevaba sujeto en su cintura junto al cuchillo y empezó a azotarla con él.

 

- !No por favor!!!! Te prometo que ya aprendí.. Te juro que voy a cambiar

 

-"Si princesa, estoy seguro que a partir de hoy, vas a ser esa modélica jovencita que todos esperamos que seas.. Pero... deja que me asegure que sea así ¿si?"

 

Zoilo siguió azotando a Karen con el rebenque.

 

Las nalgas de Karen, más que rojas empezaban a tomar un color casi violeta. Vibraban a cada golpe, y con cada azote el pequeño cuerpo de Karen se estremecía sobre las rodillas de Zoilo.

 

Ella seguía llorando desesperadamente, como una niña pequeña.. Estaba francamente arrepentida de todo, y se odiaba a sí misma.

 

Tras unos treinta rebencazos Zoilo paró.

 

Karen sintió la mano del gaucho acariciar sus nalgas, y esa fue una sensación que nunca había sentido y que en esos momentos ni podía explicar ni analizar.

 

Zoilo soltó el lazo del cuerpo de la chica y la levantó.

 

Se levantó él también

 

-!Creo princesa, que esta vez sí aprendiste la lección!, le dijo tomando la barbilla de ella y obligándola a mirarle a los ojos

 

Los ojos de ella estaban rojos de tanto llorar y llenos de lágrimas. No se atrevía a levantar los ojos del suelo y menos a mirarle a los ojos a él. Se sentía tan avergonzada......

 

Pero él la obligó a mirarle a los ojos

 

Karen nuevamente rompió a llorar.

 

-"Zoilo, ¿me odias verdad?"

 

Zoilo sonrió:

 

-" Yo nunca haría todo esto por alguien a quien no quiero"

 

Karen se abrazó a Zoilo y siguió llorando con la cara apoyada en el pecho de él. Zoilo la rodeó con sus brazos y acarició la lisa melena que le llegaba casi hasta la cintura, mientras suavemente besaba su cabeza.

 

-"¿Podrás montar?"

 

-No

 

-"Sube a la grupa conmigo. Llevaremos al pura sangre de la brida junto a nosotros"

 

-"Zoilo"

 

-"¿Si?

 

-"Gracias"

 

- Vamos princesita, que ya se está poniendo el sol.

 

 

 

 

 

Krenee

 

 

 

 

 

 

FIN

 

 

 

  

 

 

 

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